Fue entonces, en la primavera de su primer año, que Ma Barker empezó a ver que perdía parte de su capacidad caciquil.
Lucky Luciano no se había instalado todavía en sus nuevas posesiones, pero ya estaba aplicando el dicho de "para lo que me queda en el convento..." Es, tal vez, por ello que se prestó al juego propuesto por Kate Barker.
Kate contactó con Clyde Barrow, y le ofreció ser su lugarteniente. Ya se había encargado ella de convencer a Lucky de que la ayudase a conseguir elevar a los altares al apuesto Clyde. También sabía que el inefable Fred Barker le haría el trabajo sucio de convencer a los hijos no pensantes. Por otro lado, Lloyd había sido informado de que su posición de próximo general no peligraba.
Con todos estos ingredientes, Kate sacó de lo más profundo su calidad de Ma Barker y se lanzó al ataque.
Su primer ostáculo lo encontró al tener que convencer a Eliot Ness de lo importante que era contar con Clyde. Tanto como para actuar al margen de la ley. Pero Eliot se mantuvo firme en su opinión de que hay que salvaguardar las leyes.
Ma Barker abrió la caja fuerte y dotó con una Metralleta Thompson a cada uno de sus acólitos. Los hijos de Ma Barker tomaron sus TommyGuns y se enfrentaron a Eliot y otros defensores de la ley.
Fue en este rifirrafe que Clyde Barrow, desde su escondite, dijo al inefable Fred que su contienda era inútil. Él sabía que en las tierras del centro, donde las mafias están organizadas y no actúan como cuatreros de medio pelo, le esperaba su bien amada Parker, Bonnie Parker.
Kate Ma Barker demostró que no tira con balas de fogueo, pero fue incapaz de retener a su (anteriormente) fiel Clyde.
Lo que Ma Barker no alcanzó a entender es que los defensores de la ley no se amedrantan por unas cuantas TommyGuns.
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